La verdadera realidad económica de los chilenos
MARÍA JOSÉ ZALDÍVAR Abogada, ex ministra del Trabajo
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María José Zaldívar
Llevamos un tiempo hablando mucho acerca de la necesidad de mejorar la calidad de vida de las personas, las pensiones, de entregar mayor apoyo y bienestar, de disminuir las brechas que existen en nuestro país, de terminar con los abusos y de redistribuir de mejor manera las riquezas. Pero para poder avanzar, es fundamental conocer bien cuál es el punto de partida, identificar las metas, diseñar los mejores caminos para alcanzarlas y, considerar y ponderar las externalidades tanto negativas como positivas.
Según datos del Servicio de Impuestos Internos, del total de la población que tiene ingresos formales -esto es, un universo de un poco más de 10 millones de personas-, sólo un 25% supera los $ 700.000 mensuales. Esto quiere decir, en términos generales, que el 75% restante tiene ingresos inferiores a dicho monto. Teniendo presente el costo de la vida en nuestro país, estos datos nos demuestran claramente que la gran mayoría de nuestra población necesita urgentemente que se adopten medidas que le permitan aumentar sus ingresos y, por lo tanto, las políticas públicas deben ir encaminadas en esa dirección.
Para poder hacer esto es necesario contar con los recursos suficientes, y algunos han planteado que la solución podría ir por el lado de aumentar los impuestos y de esta forma redistribuir de mejor manera la riqueza existente. El problema es que cuando analizamos la realidad de aquellos que ganan más, y que -por lo tanto- podrían ser susceptibles de contribuir de mejor manera, nos encontramos con que el 4% de las personas con mayores ingresos en nuestro país gana más de $2.500.00, y sólo el 1,5% tiene ingresos mensuales superiores a $4.600.000. Y si bien es cierto que el 1% más rico percibe ingresos que están por sobre los $6.000.000, en este caso estamos hablando de 1 millón de personas aproximadamente, que no podrían contribuir a financiar mejoras sustantivas a una política pública en este sentido, aun cuando se aumentaran significativamente sus impuestos.
Si consideramos sólo a los súper ricos, categoría respecto de la cual no hay consenso en cómo calificarla, estaríamos hablando de un grupo aún más pequeño de la población y que por lo tanto tampoco alcanzaría para cubrir esta necesidad que parece bastante universal. Y si hacemos el análisis respecto de las empresas y sus utilidades, nos encontramos con que, si bien hay espacios de mejora, un aumento muy significativo de impuestos podría significar un desincentivo a la inversión que nos pondría en un escenario aún peor que el que esperamos corregir.
Por lo tanto, teniendo en consideración el orden de magnitud del problema que se busca corregir, la solución no puede ser sólo un aumento de los impuestos, aun cuando comparto la necesidad de que exista una mejor distribución y eliminar las opciones de elusión o las exenciones que ya se han venido discutiendo. Creo que la mejor estrategia para solucionar el problema de raíz es el crecimiento y, la generación de nuevas riquezas y oportunidades.
Potenciar políticas de empleo digno, asegurando retribuciones y condiciones justas, así como mayor y mejor capacitación. Impulsar políticas de desarrollo sostenible, que consideren a los trabajadores, las comunidades y la sostenibilidad, tanto del negocio como del medio ambiente.
Creo que para que la solución a este problema sea sostenible en el largo plazo, no puede sustentarse en redistribuir lo existente, porque eso no es suficiente para generar de verdad un cambio significativo.